Hoy es un día “entresemana”. El domingo que viene, o
quizá antes, por la ilusionada impaciencia que conocemos, saldremos juntos a
pasear y a recibir la admirada pleitesía de los otros de la cuerda: yo, ufano
de tu sin par y no disputada belleza; tú, consciente, dentro de tus
limitaciones, de que lucirte al lado de semejante barbudo, añejado entre lentas
y veteranas bodegas y entre sueños imposibles y más lentas y seductoras
lecturas, no es cualquier cosa.
Pero hoy jugaremos a que tú eres Cleopatra o Mesalina o
la emperatriz excesiva de la Madre Rusia y que yo soy tu atento y esmerado
ayudante/sirviente/masajista, el cuidador/dominador que va a bañarte
morosamente, con detalle y mimo, apreciando y disfrutando otra vez de la
sensualidad de tus curvas de extemporánea “vedette”, de tus proporciones
generosas, del brillo lúdico que te nace de esa condición que nuestra intimidad
atesora y pone de relieve.
Sé que soy mayor, que me demoré de modo imperdonable en
acercarme a ti, en conseguirte. Claro que, como cantó con sensibilidad ejemplar
Pablo Milanés, “no creo ser el hombre que a cualquier dama asombre, etc.…”.
Pero entre mis manías surrealistas y tu motor 1500 c.c. del clásico
“Escarabajo” componemos un tándem exótico, infrecuente, y somos la negación, el
mentís del adocenamiento.
No es farol: sólo vivimos, mientras dure.
No hay comentarios:
Publicar un comentario