que algunos singulares y desvanecidos textos esotéricos
nombran como la Nave de las Nueve Esferas, recorre el mapa de nuestra amada
Iberia con su proverbial y parsimoniosa elegancia, despertando la honda
admiración de quienes lo contemplan y desatando los comentarios más elogiosos y
asombrados.
El suave clima ha acompañado la travesía y hubo suerte
escapando de las lluvias al acecho.
Ciertos testigos afirman con estupor que la Nave ha sido
reconocida de otros tránsitos o bien que el recuerdo tan cercano del paso de
ese deslumbrante cometa, tan sólo tres o cuatro jornadas de diferencia, no
podía pasar desapercibido.
Al caballista no le extraña, conociendo esas formas, esos
brillo y color, ese generoso e insólito carácter, tan ancho de caderas.
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