“Y el día de la batalla, andando Aldana a pie por le
haber muerto el caballo, lo encontró el Rey y le dijo: - Capitán, ¿por qué no
tomáis caballo? Y él dicen que le respondió: -Señor, ya no es tiempo sino de morir, aunque sea a pie. Y con la
espada en la mano tinta en sangre, se metió entre los enemigos, haciendo el
oficio de tan buen soldado y capitán como él era”.
¿Qué nos ha ocurrido? ¿Y hemos de resignarnos ahora a las
infames conductas de esta horda de corruptos, cuya lista crece a diario? ¿Vamos
a padecer esta infección que nos desmoraliza con mansedumbre, con apatía, con
laxo y embotado escepticismo?
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