viernes, 30 de julio de 2021

Distinguidos clientes:

 

El Desayuno Continental Extra de la Casa será servido en la zona de los Jardines del Ambigú, siguiendo la tradición estival que, entre otras, acredita la solvencia de nuestro establecimiento.

La calidad y variedad de los manjares que conforman la selección de este matinal y reconstituyente esparcimiento subrayan de manera cotidiana la atención que ofrecemos a las personas que depositan su confianza en nuestros profesionales hosteleros que, siempre a su servicio y con entera dedicación, se esmeran en complacer incluso sus deseos más inconsistentes.

Como la dotación de un barco en alta mar, disciplinada y firme en el gobierno y rumbo felices de su nave, creativos especialistas programan durante estas lúdicas jornadas vacacionales diversas actividades de entretenimiento encauzadas a hacer las delicias de los dignos visitantes de este su balneario.

Fieles a tan prioritario propósito, esperamos que su estancia entre nosotros sea altamente satisfactoria.

La Dirección.                              

sábado, 24 de julio de 2021

El café en el jardín

 

Es bueno este silencio.

Apenas lo interfieren el rumor de la mar, las voces de los críos (que a rachas trae el viento) jugando lejos con la arena; unas viejas canciones que interpretaba Nat King Cole; las palabras de la mujer que quieres.

No hace falta otra cosa. Y es bueno este silencio que descansa la mente y le ensancha no demasiado el vuelo, los recuerdos, lo que nos traerá el tiempo por venir.

Hace compañía este silencio que a cambio nada pide. Puede que otras personas lo rehúyan. Sus razones tendrán.

Pero a mí me viene bien su condición de bálsamo: para seguir.

Ayer tarde hubo nubes; hoy, ya veremos.

Si no estuviese retirado, me tomaría un JackDaniel’s.

Mediante un filtro riguroso, estas son las noticias. Os saludo.                             

miércoles, 21 de julio de 2021

Érase una vez

 

en un país multicolor, que el presidente del gobierno se rodeó de un gabinete de ministros que, en número creciente, abundaba en mujeres.

Lo más desconcertante no era esa singular, bastante insólita floración: lo que, poco a poco, fue generando curiosidad fue el hecho de que tales designadas a dedo eran, una y otra vez, personas (¿de escasas luces?) que demostraban excéntricos desvaríos mentales y notoria incompetencia.

Cuando, muy intrigados por el extravagante rumbo de los acontecimientos, los más avezados analistas y politólogos realizaron una de esas investigaciones que pomposamente llaman “en profundidad”, se descubrió la perversa estrategia, el plan sibilino que con tanto disimulo desarrollaba aquella trama implacable: el propósito no era otro que, so capa de promocionar a las esferas más brillantes de la responsabilidad a exponentes de un peculiar feminismo, éste se precipitara por un tobogán de descrédito y ridículo, dada la deplorable actuación de los “ejemplares” seleccionados.

 

Las conclusiones, terminantes, lapidarias, del citado informe fueron enviadas a Europa, donde ya hacía tiempo que, haciéndose cruces católicas o protestantes, se observaba al país en cuestión con la natural y consternada alarma de que tuviese el gobierno más imbécil de todo el Continente.                             

lunes, 19 de julio de 2021

La "lumbreras" que faltaba

 

La “colega” en el sillón

de Ministro de Trabajo,

¿no tiene otra oKupación

que el desvarío a destajo?

 

¿Qué disolvente le mana

de la inane neurona

que el cacumen le empantana

y, hecha una cantamañanas,

anda pintando la mona?

 

¿Esa “matria” disonante

se le ha ocurrido a ella sola

como la farsa atorrante

de una estudiante ignorante

que, un viernes de borrachera,

se agarra de una farola?


Si persiste en la “finura”

de ese discurso de andrajos,

que es de su genio y figura,

quizá resulte adecuado,

ante sus desaguisados,

un repaso de estropajo.

domingo, 18 de julio de 2021

Las removidas aguas del recuerdo

 

Mientras, en el horno de los sábados, Maritere preparaba ayer dos geniales paletillas de cordero para el almuerzo, escuchábamos las canciones hermosas que Simon y Garfunkel nos brindaron durante los 60 del XX.

Claro que se nos podrá describir como carne de cañón para la nostalgia. Matizo: para la decorosa, legítima nostalgia. Porque toca defender el arte de una época contra los desdeñosos ignorantes que ahora (cuando tantos cometen eso de “preveEr”) quizá se burlan, o no conciben unas ilusiones doradas que se desconocen hoy, en el vigente atropello bárbaro de la tecnología y su ausente y menospreciado humanismo, que disfrazan con insolencia de “progreso” y “civilización” tan, ay, discutibles.

Por supuesto que no estábamos inventando el mundo: ya estaba inventado, con Vietnam incluido y otros salvajismos. Pero lo que tuvo de apuesta valiosa fue la energía valiente de una generación idealista que consiguió volcar ciertos cambios por todo el planeta. Semillas que, contra viento y marea, puede que no se agosten por completo y rindan, a la larga, nuevos frutos en un porvenir mejor encajado que este presente.

 

Con mis fantasías soñadoras de músico joven a cuestas, recalaba yo en la tienda de discos de Pedronel, Chapinero, Santa Fe de Bogotá, para alguna parrafada y la compra selectiva de álbumes (L.P.) que iban saliendo.

Para escuchar aquellas preciosas canciones que el magisterio USA prodigaba; para la deliciosa puerta abierta que, entre otros, el inspirado dúo nos regalaba, por relativa que fuese nuestra tierna identificación con el personaje de “El Graduado”.                        

jueves, 15 de julio de 2021

Homenajes

 

A los sanitarios, a las Fuerzas de Seguridad, a las víctimas.

A unos por el mérito, la abnegación, la responsabilidad rayana en heroísmo. A otros por el sufrimiento. Y así.

Conque, no faltaría más, corresponden los homenajes. Sin ambages.

Lo que me incomoda, lo que ya me disgusta es que tales homenajes empiezan a menudear cargados de vanidoso lucimiento institucional, de retórica manoseadora de palabras que se van vaciando a fuerza de repetirlas, de guiños a la sensiblería popular, de autocomplacencia maniquea, adoptando poco a poco un cierto aire de muy inoportunos juegos florales donde lo que no se encuentra es el auténtico respeto de la sobriedad, el adecuado silencio y el verdadero propósito de que no se hagan, como se han hecho, tantísimas cosas mal.

 

Que no se note tanto la urgencia de desviar con “gloriosas” efemérides casi inmediatas la atención que con dureza debiera recaer sobre la gestión desastrosa, el perjuicio público y la escandalosa ineptitud de los figurones.

Que no baste con pasar página y aprender de los errores: sus causantes deben ser señalados con rigor y sancionados debidamente.

Que se procure, con hechos, eliminar de nuestro corazón cualquier sombra sospechosa de que nos están conduciendo de alevosa manera a volvernos un país de cartulina.

 

Que te duela como a mí.

miércoles, 14 de julio de 2021

Lo de siempre

 

Si en Cuba no ocurriera lo que viene ocurriendo años y años, podría esa isla ser una versión aproximada, afortunada y caribe del paraíso.

Ahora, los mierdosos que se desgañitan en acusaciones sectarias y arbitrarias contra las dictaduras vuelven a tener una oportunidad perfecta de aplicarse y aplicar el cuento.

Pero van a callarse, embusteros, demagogos, sobrados de ancho del embudo y malísimas pulgas: el asco de siempre.                 

sábado, 10 de julio de 2021

Aires de escasez,

 

de relativos racionamientos.

Deprimente, estar haciendo cábalas para intentar que nos roben menos en la factura de la luz eléctrica, de la gasolina, etc. al amparo del desgobierno “progresista” que se iba a empeñar en la defensa de las clases trabajadoras, léase ciudadanos en general.

Poner la lavadora, usar el horno de la cocina el sábado o el domingo. A esa economía cutre nos ha llevado un equipo cuyo capitán, el superfalsario, al ser un notorio inepto, ha nombrado como ayudantes a gentecillas ruines de más menguada talla todavía, no sea que vayan a hacerle sombra.

A desocupados que igual discurren antojos como decirte si comer más o menos carne te irá bien. A esas cotas de delirio imbécil se llega fingiendo preocupación por la salud pública y escondiendo en vano el más auténtico objetivo de controlarlo todo (la educación, la información, el puto pensamiento, lo que sea) en el estilo casposo más KGB que se puedan permitir.

A eso se llega con la atroz insistencia y la intimidación del perro servil que obedece órdenes para mantener a un rebaño entero en la sumisión de los más diversificados acorralamientos.

Si, corderos y todo, no se plantan, ¿por qué serán dignos de respeto?                 

viernes, 9 de julio de 2021

Madrugadores

 

Se desveló a las seis y por sorpresa

notóse el corazón de buenos días.

Se preguntó en silencio: ¿las hormonas,

de nuevo, todavía?

Y explorando las formas que dormían

sin presentir la amorosa demanda

encontró la respuesta que solía

de otras dulces veladas de parranda.

 

Con el levante y el balcón abierto,

procedieron con discreción modosa,

porque entre veteranos y a esas horas

no con frecuencia ocurren tales cosas.

 

¿Algún arte debe ser que nos queda

en este juego del cisne y de Leda?

martes, 6 de julio de 2021

En el saco roto

 

de su imprudencia, de su egoísmo y de su insolidaridad caen las recomendaciones.

Los jóvenes y los no tanto que conforman las hordas multitudinarias del botellón y “festejos” afines son irrecuperables.

Cuando esos comportamientos empezaron, varias décadas atrás, ninguna “autoridad competente” se atrevió a contrariarlos, extirpándolos de raíz, porque caer simpático y tolerante con el cachondeo de las libertades (que eran tan malamente entendidas) tuvo prioridad sobre la sensatez y el correcto uso, ni invasivo ni abusivo, del espacio público.

En la presente etapa, recrudecido el fenómeno con las ansias incubadas durante la pandemia, va yendo a peor, proliferando en peleas (menos esporádicas de lo que quieren disimular algunos) que van pareciéndose al desmadre que los documentales nos muestran entre los cocodrilos y los ñúes del Serengeti.

 

De la ausencia de la buena educación y del orden necesario se nutren estas inercias impresentables. De eso, no los salva la vacuna.

lunes, 5 de julio de 2021

Pensiones

 

Conviene tener presente que la política consiste, entre otras cosas, en la facultad de generar en el personal expectativas de solución a problemas que a todos nos conciernen.

Con más frecuencia de la deseable, las soluciones ofrecidas tienen visos de espejismo, de parches transitorios, de tente -vaya- mientras cobro.

Como ejemplo vistoso puede señalarse el estado del bienestar (¿del malestar?), uno de cuyos pilares es la teórica “seguridad” social con sus pensiones.

Lo espeso del tema es que los expertos que, tiempo atrás, construyeron ese edificio no quisieron contarnos toda la previsible verdad que seguramente anticiparon economistas y futurólogos y sociólogos y los que me falten por nombrar: que el diseño, más ilusionante y fantástico que realista y sostenible, daría para algunas décadas, no demasiadas, tras las cuales empezaría a desmoronarse indefectiblemente y, ya que su estilo era de pirámide, estaba peligrosamente abocado a resolverse en una estafa “piramidal” de las que ya hemos conocido algunas.

Elusivos, traficantes, temerarios, los gestores del despropósito vienen fingiendo que remiendan los agujeros con fórmulas cambiantes, algo contradictorias y/o disparatadas, que posponen la agonía y siembran confusión, inseguridad y desconfianza, tufo creciente del desastre que se vendrá, que se viene, encima. Porque el plan siempre ha tenido trazas de cuento de calleja travestido de apuesta, y el sueño del ciudadano-contribuyente (algo trufado de avestruz, de huida hacia delante y clavo ardiendo, de a ver qué pasa) se desvanece con las variantes implacables (demografía, tecnologías, geoestrategia, cismas económicos) que han hecho ya imposible la anterior realidad.

¿Qué apague el último?   

domingo, 4 de julio de 2021

Una tradición

 

Con la soterrada, o manifiesta, intención de un imposible desquite, con el encono del frustrado veraneo anterior que mucho tuvo de simulacro y de asustada congoja, queriendo creer que todo, o lo peor, ha pasado, han redoblado su furia en la presente temporada y van cayendo sobre el litoral en oleadas de lo que primero se llamaban forasteros y luego veraneantes y, ya puestos, turistas “de por junto”.

Tienen un aire de tramoya peregrina, de voluntariosa aunque desorientada querencia por la playa y el sol, esos dos fantaseados talismanes que debieran rescatarlos, al menos de manera provisional, de sus ominosas rutinas urbanitas.

Que penda sobre ellos -espada de Damocles- la fecha perentoria del regreso inevitable no parece en principio inquietar sus conciencias, disuadirlos de pueriles repeticiones; y así, se les ve pasar por el trillado itinerario, como carromato de zíngaro, cargados con la impedimenta de rigor, esa quincalla colorista de tumbonas, sombrillas, pertrechos en teoría protectores contra el peligro de la obstinada exposición al rayo ultravioleta o ultra lo que sea, recipientes de tamaño diverso que contienen las vituallas convencionales para la jornada excursionista que coronará el lento, desganado, agotador retorno, rebozados en arena, al automóvil ardiente, presagio ya de la realidad comprometedora…

-Qué visión, tú…

-Ya; pero algo tendrán el gregarismo, los atascos de “días punta” por las carreteras más el precio usurero de la gasolina, etc. cuando tan seductoras cosas los hacen coincidir.                 

viernes, 2 de julio de 2021

¿No ocurre esto a Vuesas Mercedes?

 

Dramáticos o teatrales (deberíamos huir del sentido fácil, inmediato, corto, de las palabras), los copiosos sucedidos, los trances que ocuparon y distrajeron nuestras vidas suelen permanecer en un fondo de la memoria. De ahí, en ocasiones, parece que algunos asomaran y, no sin dificultad, procurasen recuperar su ya imposible realidad.

La apariencia, la textura es por lo general vaga, difuminada, con vislumbres de espejo y movimientos que tienden a deslizarse con ritmo diverso, remansos o rápidos de un río que desconoce su desembocadura.

La intención, si la hubiere, tiende a ser menos voluntaria que dispersa, y quizá daría a entender un propósito de íntimo balance.

Cuando así sea, no consigue desligarse de una sensación de espera, de pálpito grave de la única sorpresa -de las pendientes y por venir- que no lo será.

Una sensación en la que, cuándo no, late y pesa esa certidumbre del tiempo que nos pasa y se nos pasa, con su engañosa velocidad implacable, con su impropia, rumorosa añagaza de Circe.               

jueves, 1 de julio de 2021

Regreso con ensaimadas

 

Con el tema de los viajeros jóvenes retenidos, mejor o peor, en Mallorca, vuelve a alzarse el “mea culpa” de los fariseos y los buenistas que repiten el análisis de “lo que no habremos explicado bien” para que no se valoren ni se respeten el peligro cabal, la gravedad realísima de la pandemia y sus resultados.

La impaciencia y la imprudencia, defectos extendidos por toda la especie humana, se manifiestan con singular intensidad entre los individuos jóvenes, más inclinados con facilidad a unas conductas que, en ocasiones, a ellos y a todos nos pasan onerosísima factura.

Que eso no sirve de explicación ni de disculpa, se evidencia con el hecho -todos somos testigos- de que un número no determinado de esos mismos chavales opta por alternativas que señaladamente se alejan del atropellado rebaño mayoritario, de la alienación y la confusión predominantes entre la diversión y una embotada estupidez, tan por otra parte rentable, ay, para los zurdos objetivos de los políticos que se proponen fomentar la ignorancia como método para alcanzar el sometimiento dócil del personal.

La noticia de la pandemia ha sido tan aplastante, tan omnipresente y está siendo tan duradera que ni el más ensimismado de los jóvenes puede acogerse al disimulo de haber quedado al margen de su, siquiera relativo, conocimiento. Otra cosa son la ausencia del control paterno, el amparo (también politizado) de la falsa libertad de moda, los inexistentes ejemplos ocasionales de responsabilidad y coherencia.

Pero también la masa joven es torpe. Por lo cual, ¿cabe dejar al albur de un ciudadanito de sólo 14 años la elección atolondrada de querer ser lo que acaso no es porque, en los transitorios titubeos de su llamativa inmadurez, se le antoja que no quiere ser lo que acaso es?

Los “buenistas” se revuelcan satisfechos en el “sí”.