Se
desveló a las seis y por sorpresa
notóse
el corazón de buenos días.
Se
preguntó en silencio: ¿las hormonas,
de
nuevo, todavía?
Y
explorando las formas que dormían
sin
presentir la amorosa demanda
encontró
la respuesta que solía
de
otras dulces veladas de parranda.
Con
el levante y el balcón abierto,
procedieron
con discreción modosa,
porque
entre veteranos y a esas horas
no
con frecuencia ocurren tales cosas.
¿Algún
arte debe ser que nos queda
en
este juego del cisne y de Leda?
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