viernes, 30 de agosto de 2013

Los rebeldes

La ley antitabaco intentó ordenar el histórico desmadre, aunque quizá sólo de boquilla, ¿ya advirtieron la tontería?
A día de hoy, las “víctimas” siguen plañendo en todo lo suyo y los más rebeldes con diversas palabras dicen que se pasan la tal ley por la faja, que otros, más solemnes, casi parisinos de tanto “glamour”, llaman arco del triunfo.
Ojalá el tiempo, más tiempo, haga entrar en razón a los que se inventan la que no tienen y paulatinamente vaya cesando el cerrilismo en beneficio de la salud y el mejor olor de toda la ciudadanía.
Cosa distinta ha sido la puñalada trapera de embarcar a la gente de hostelería en gastos de mamparas divisorias, zonas separadas, etc. y luego echarlo todo por la borda con la desfachatez del “donde dije digo, digo Diego”, proverbial canallada de nuestros arbitrarios jefes cuya más reciente vuelta de tuerca, en Asturias, pretende alejar a los fumadores varios metros incluso de esas marquesinas que venían siendo mini-refugios, premios de consolación, faenas de aliño.
Todo ese enredo para no permitir que los locales se dividieran dependiendo de la decisión de los dueños y la libre elección de los clientes, que parece lo más sensato.  

La salada claridad

Apenas salir del “parking”, un mínimo giro de talón lo embocó a la plaza conocida, vivida, amada, con el edificio clasicón del Ayuntamiento al fondo, y su reloj de carillón, con aquel son que venía de antaño.
La divisó enseguida: iba ya ella por la esquina de lo que fue el Novelty, al que Fernando aludió alguna vez. Y lo suyo, lo de ella, no era un culo sino una gloriosa, jubilosa obra de arte. Se acordó de J.L. Pero la de ahora tenía el tirón próximo de la realidad. Falda corta, luciendo, todo hermoso, pierna y un buen tramo de muslo; y una camiseta de tirantas, bolso y zapatos de tacón, todo en tonos claros. Un resplandor solar (de bote o no que fuese, qué más daba), el pelo rubio.
Y apretó el paso. Pero ella iba ligera: atravesó la plaza entre los veladores de los bares y restaurantes y enfiló por la calle hacia la Catedral, y a él le costó ir acortando distancia, con aquellos kilos que le sobraban de hacía años. Se sintió consciente de que el propósito (tantas veces ejercido ya desde niño, de mozo y aun de hombre maduro) le iba a costar hoy; se medio rió para adentro pero no se rindió y le dio alcance, joder si iba de prisa, antes de que llegara a la placita de las Flores para torcer hacia Columela. Un poco más, rebasándola, aceleró… se detuvo a fingir que observaba algo en el escaparate de una zapatería. Y, a lo discreto, le clavó los ojos.
De frente no parecía tan joven pero, desde luego, lo era de sobra. Y, por los cuatro puntos cardinales, guapa.
Debe ser la “salada claridad”. Y Dios, entreteniéndose con nosotros.

jueves, 29 de agosto de 2013

Nuestro avispero

No es el único, mas se diría que es de los favoritos.
Lamentable y cíclico como un herpes, en estas fechas revolvemos de nuevo el avispero de las banderas. Que tiene un incómodo sello español, tanto que hasta los que reniegan de ser españoles son los más adictos a fomentar y azuzar todo ese asunto, afición que ya los va definiendo de españolísimos sin arreglo posible.
Porque  es difícil, criaturas, ocultar la verdad en estos tiempos inundados de videocámaras, de teléfonos móviles y de toda suerte de artilugios con los que podemos filmar, fotografiar, fijar las movidas públicas donde las banderas ondean y, aunque sea a solas, tendremos que confesarnos las que hay, en qué proporciones, con cuáles orígenes, propósitos, intenciones, etc., al margen de lo que machaconamente y con contumacia de herejes proclame cada uno en tertulias, debates y jaleos diversos.
Que unos individuos andan a cuestas con símbolos fascistas.
El fascismo es una ideología, una forma de gobierno, una actitud. Nada ejemplar, probablemente. Lo impropio también es que se arranquen a gritar en contra los que ejercen las teorías y/o la práctica del comunismo /socialismo, cuya mochila histórica está, a su vez, repleta de barbarie y de salvajadas, al punto que parece que Stalin dejó pequeño a Hitler, por no hacer larga la lista de ejemplos. Entre esos extremos modales, puede que una de las diferencias sea el presunto barniz aristócrata del señorito facha, cosa que jamás le va a perdonar el rojo radical, barnizado de presunto populismo verbenero. ¿Rencorosa “lucha de clases”?
Así que bandera por bandera, ambas añoradas por nostálgicos bastante ignorantones, ni la del dictador nos sirve, ni la de la fracasada república tampoco, ni nos sirven a estas alturas sus respectivas teorías y, peor aún, gran parte de sus resultados prácticos.
Tampoco parecen más legítimas las banderas separatistas que simbolizan tendencias de fractura y enfrentamiento, cerrazón insolidaria y engaños a granel.
Y mientras, los hay que se andan escondiendo de la bandera nacional vigente, con la que nos comprometimos, ojo, cuando aquel borrón y cuenta nueva (pero era mentira, ¿no?) de la transición; los hay que no la quieren suya, que la dosifican con cuentagotas y a regañadientes, estilo que evidencia su, de ellos, nobleza y bonhomía.    
Me extrañaría que un remolino así se produjese en otro país y desde luego con la virulencia y la frecuencia con que aquí se padece. En Francia o Portugal, que están al lado, como quien dice, no se dan estos enconados disparates.
Pero esto es el Ruedo Ibérico, oyes, y me acuerdo mucho de ese cuadro del españolísimo Goya, en el que dos paisanos, semienterrados y a corta distancia uno del otro, se van a despachar a gusto con sus respectivos garrotes.
Y siento una mezcla de rabia, tristeza y desesperanza.

miércoles, 28 de agosto de 2013

En eso estoy

Durante años viví sintiéndome no tanto invulnerable como semiprotegido por una suerte de inmortalidad. Aunque sabía que la cosa no pasaba de las ganas que concede a cualquiera una carga extraordinaria de energía.
Luego, el tiempo ha ido imponiéndome paso a paso la férrea realidad de la decadencia, la visión, y la asunción, de una batalla que de antemano sabemos perdida.
En eso estoy: como todos a cierta edad. Pero me acuerdo de Sagunto, me acuerdo de El Álamo y, a pesar del final inevitable, hay días que me levanto dispuesto, decidido a que a la muerte, esa vencedora mierdosa, “que le den por culo”.

martes, 27 de agosto de 2013

Curiosidades del Peñón

Parece que, por enésima vez, los solemnes estudiosos y especialistas de la cosa formularon sus importantes e imponentes teorías sobre el origen de los monos de Gibraltar y, con perspicaz clarividencia, apuntaron a que tales bichos proceden de un par de países en el norte del vecino continente del sur (flor de elipsis, sobresaliente en circunloquios). Como no somos expertos, lo dimos por bueno y desde luego jamás habríamos sospechado que esos simios pudieran haber llegado desde Australia, que queda más a trasmano.
El misterio, poco apasionante de suyo, inexplicablemente produjo, en su día, noticia, supongo que azuzada por los dudosamente útiles parásitos interesados.
A cambio, el origen del estatus político de la Roca (¡cómo nos gusta el lujo!) no ofrece demasiadas dudas: la razón de la fuerza ajena y la incompetencia secular de nuestros torpes gobernantes explican de sobra tan anacrónico y puerco chanchullo colonial.

lunes, 26 de agosto de 2013

Una reiterada admiración

Aquello era en 2004, más o menos.
Todos los violinistas lo sabemos: una obra de Paganini es lo más parecido a un examen pavoroso, a un campo de minas, además de un prodigioso alarde de bellísima inspiración.
Y la joven Marrero (a quien hemos tenido el privilegio de ver en TV por segunda vez) salva con primor los obstáculos, “glisa” con delicado control, consigue limpios armónicos y “pizzicatos”, nos suspende al desgranar con intención, dulzura, apasionamiento, las fermatas plenas de digitación, los matices de intensidad, ritmo, color y expresión que el genio (de quien se dijo que tenía pacto con el diablo) pródigamente sembró en sus hermosas y virtuosistas composiciones.
Carla, un encanto de nombre, de rasgos, de gestos, nos vuelve a dejar clavados de reiterada admiración, mientras (qué abismo de diferencia) Rajoy y alguno que otro más, siguiendo la estela que iniciaran las hipotéticas “tortas” de Juan José, extienden, con desafiantes llamadas a las valentías/cobardías, el estilo O.K. Corral, que no deja de ser asombroso, tantos años después de la “peli”.      

domingo, 25 de agosto de 2013

En la Constitución, con nitidez lo pone

Típico y tumultuoso cacareo de múltiples gallinas, progres y similares, como reacción a algún comentario hecho por militar de graduación.
Y sí, el Ejército está a las órdenes del Gobierno. Sólo que, para que esto funcione así, el Gobierno está obligado a gobernar: si no lo hace, incumpliendo las leyes, consintiendo que otros las incumplan, entonces no hay Gobierno a cuyas órdenes consecuentemente obedecer; o el Gobierno no se gana, no merece la obediencia debida.
Y ahí, ¿qué pasa? ¿Qué pretenden las gallinas melindrosas que hagamos, militares o no?
¿Nos tiraremos todos por el barranco para complacer, por ejemplo, al sansirolé que llegó a decir que España es discutida y discutible como nación?
Me da que va a ser que no.

sábado, 24 de agosto de 2013

¡Jesús, qué opio!

Cuando los idiotas, y los tontos a secas, se paran a pensar un ratito cómo van a decidir bautizar a las movidas que van viniendo, terminan por ocurrencias como la “primavera árabe”.
Lo cual que, un año largo después, se pone de relieve que ha habido mucha más “ocurrencia” que esa cosa ñoña de la “primavera”.
Las raíces de los asuntos (que no todos son forzosamente problemas) de los países árabes son de sobra profundas para desautorizar y dejar con el culo al aire a los pontífices del diseño y la sociología progre, plaga galopante en esta zona del planeta que llamamos con estúpida vanagloria el “primer mundo”, la cosa “evolucionada”, “democrática” y “occidental”, que tanto tiene de lujoso e iluminado escaparate de todas las imbecilidades, frivolidades, banalidades, etc...
¡Jesús, qué opio!

viernes, 23 de agosto de 2013

¡Qué final más malo, corazón!

Brunekhilda, hija menor de Atanagildo, rey de la España visigoda, era una doncella de grácil figura y hermoso rostro, de costumbres castas y limpias, prudente en sus juicios y de agradable conversación, según relata Gregorio de Tours, llegando a tener un especial protagonismo en la historia merovingia, a partir de su boda con Sigiberto I de Austrasia.
Nadie, en aquellos primeros tiempos de gloria, habría podido predecir su espantosa muerte bajo el poder de Clotario II, rey de Neustria, cuando, después de tres días de tortura, fue atada por los cabellos a la cola de un caballo salvaje que, arrastrándola a la carrera, dejó su cuerpo hecho pedazos.
Sic transit…

jueves, 22 de agosto de 2013

13-III-2013

Por inspiración del Espíritu Santo, ayer fue elegido el sucesor de Benedicto. Es jesuita, aunque argentino, y se va a llamar Francisco I, lo que no sé si va muy bien al coincidir con el rey aquel de Francia.
En todo caso eso estuvo bien para celebrar San Rodrigo, ya que nadie se acordó. O quizá Maritere sí, quién sabe.
Pero me traje de Carrefour un Bacardí Reserva, entre otras cosas.
Y mejoró mucho el tiempo, después de los reiterados aguaceros de estos días atrás.

miércoles, 21 de agosto de 2013

La evidencia

Que a Vert le echaran los caballos encima no era raro, viniendo el ruido de quienes venía. Y se ha visto claro, los días atrás, con el examen realizado a aspirantes a maestros en Madrid.
Más del 80% no pasó la prueba. Y como ahora nada escapa a la información, se han comentado algunas muestras de la ignorancia supina de los aspirantes, de tal calibre que parecen una antología que resultaría hilarante si no fuera sangrante.
Tan sangrante como el inverosímil intento de defender lo que no tiene defensa, hecho por el pringado sindicalista de turno y alguna otra “autoridad”: que el “temario” no había sido anunciado y que había que mantener (parece que eso es lo que se viene haciendo) la valoración de la experiencia por encima de la del conocimiento.
Pues bien, queridos amiguitos, resulta que avisar previamente de qué va un examen ya es rutilante burla y extraordinaria frescura, sobre que no puede hacerse, por ejemplo, con algo tan básico como la ortografía. Pero se ha vuelto perversa costumbre dar facilidades a los examinandos, con lo cual es imposible comprobar lo que estudiaron, que va a ser que no estudiaron casi. (Recuerdo las dos mañanas en las que nos ponían a prueba de TODO lo estudiado, en las reválidas de sexto de bachillerato. Y claro que no nos avisaban de lo que iba a salir.)
Y resulta que si los interinos son tan ignorantes, tanto más peligroso, letal, que hayan acumulado su experiencia valorable deformando y malenseñando a los alumnos que hayan caído en sus manos incompetentes. Cabe preguntarse con qué tipo de méritos vienen ejerciendo como interinos.
Nuestra sociedad va creciendo en esperpento. Esa es la evidencia.

martes, 20 de agosto de 2013

La ley de educación

El ministro de turno, Vert o Wert, que lo he visto, al apellido me refiero, escrito de ambos modos, intenta recuperar, para el sentido común, la eficacia y los resultados decentes, una parte (todavía pequeña si se tiene en cuenta hasta dónde se ha dejado descarrilar la cuestión) del orden y la coherencia en la educación de las mesnadas estudiantiles.
Así que plantea cosas como cierta unificación de las materias/asignaturas, unas reválidas que mejor aseguren y verifiquen que la gente estudia, porque deberán aprobarlas para seguir adelante, y algún enderezamiento, una solamente suave corrección de los abusos que se han cometido en las regiones con lenguas peculiares, a costa y en contra del idioma español que nos corresponde y beneficia a todos, incluso a los más asilvestrados, a los desagradecidos y a las bestias pardas.
También ha discurrido y recomendado la conveniencia de no pasar al curso siguiente cargados de suspensos, no beneficiar con becas a los perezosos y parásitos y no fomentar que el personal que no sirve para los estudios se emperre en ello, jaleado y azuzado por políticos e instituciones “igualadores” a la baja.
No pretende el señor Vert (dejémoslo así) nada imposible ni extraordinario. No osa exigir que se deban conocer cosas del otro mundo, ni siquiera detalles corrientes como que la palabra árabe shay, que significa cosa, se escribía xay en las obras científicas españolas, y que luego fue progresivamente reemplazada por su primera letra, x, convirtiéndose por fin en el símbolo universal de la incógnita, por ejemplo en las ecuaciones que se estudian en álgebra y otros supuestos. Nuestro señor Wert (o lo dejamos así) es más moderado en sus aspiraciones.
Pero de inmediato, los tramposos de siempre han estallado en gritos y reproches, simulando el papel de defensores de pruritos (que son falsos) de libertad, pluralidad y las clásicas zarandajas demagogas con las que pretenden ocultar la perversión con la que han lavado el cerebro a centenares de miles de educandos, entregados en sus manos a sucios adoctrinamientos, a tóxicas ideologías disgregadoras, muy útiles para aquello de “divide y vencerás”, pero nefastas para la convivencia civilizada y el buen progreso de nuestra sociedad, de nuestra España, que no se merece todo este puteo ni de lejos, malditos cabrones.
La mayoría del estudiantado, que lleva generaciones dejándose instalar en el cómodo remoloneo legalizado, aunque estéril y de grave decadencia, secundará la algarabía de esos díscolos y agitadores  políticos, sin la más mínima vergüenza ante el bochornoso puesto que ocupamos en las listas internacionales de resultados académicos o así. Y es que a nadie debe extrañar que las ovejas salgan torcidas si dependen del infame interés de semejantes pastores.