Cuando los idiotas, y los tontos a secas, se paran a
pensar un ratito cómo van a decidir bautizar a las movidas que van viniendo,
terminan por ocurrencias como la “primavera árabe”.
Lo cual que, un año largo después, se pone de relieve que
ha habido mucha más “ocurrencia” que esa cosa ñoña de la “primavera”.
Las raíces de los asuntos (que no todos son forzosamente
problemas) de los países árabes son de sobra profundas para desautorizar y
dejar con el culo al aire a los pontífices del diseño y la sociología progre, plaga
galopante en esta zona del planeta que llamamos con estúpida vanagloria el
“primer mundo”, la cosa “evolucionada”, “democrática” y “occidental”, que tanto
tiene de lujoso e iluminado escaparate de todas las imbecilidades,
frivolidades, banalidades, etc...
¡Jesús, qué opio!
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