martes, 14 de mayo de 2024

Vulgar, grotesco, chirriante

 

Cada año, creemos imposible que el catálogo de miserias que exhibe Eurovisión pueda ir a peor. Y volvemos a equivocarnos.

El vestuario de los intervinientes tiene ingredientes llamativos de disfraz delirante, de saldo de trapos extravagantes y gratuitos, cuyo único fin parece ganar el festival con la consigna de “a ver quién disparata más”.

El alarde tecnológico de luces y efectos se queda en el frecuente abuso y una discutible “creatividad” que compite con el carácter disuasorio y disperso de los bailarines frenéticos y a su bola que rodean casi todos los temas presentados.

Y las presuntas canciones a examen:

Lo que debía ser música no existe; y las letras se despeñan por la sima abismal de pavorosas posiciones con tintes ideológicos y demás tontunas.

Lo más relevante del asunto seguramente está en la deriva de ignorante atrevimiento de los “analistas” y pontífices similares, y en la esponja de zafiedad y gregarismo sin paladar que le vienen pasando a eso que queda de lo que eran los espectadores, el “distinguido público”.

-¿Son más amenas las elecciones de los políticos?

-Igual sí.

miércoles, 1 de mayo de 2024

Declaro aquí

 

que mi innata disposición para las manualidades con dificultad llegaría a merecer la calificación de “modesta”.

Este inconveniente, aplicado a mis personales experiencias como cocinero, no ha sido del todo disuasorio, como debería.

Conque hoy, por huir de las rutinas, y con temeridad imprudente (ahora lo sé), resolví organizarme una tortilla de patatas, de la cual anteriores aproximaciones tampoco habían resultado fracasos estremecedores. Y…

 

Preparé, con método, eso sí, los ingredientes, el protocolo sucesivo y cuanto parecióme que la ocasión exigía, y me puse a ello. En apariencia, no iba discurriendo la procesión por derroteros demasiado alarmantes hasta el momento en que intervino el “vuelvetortillas”, artilugio de todos conocido, y que implica un punto de no retorno.

Y exactamente eso fue, el retorno: de manera inexplicable y aunque ya había resuelto con probidad presentable el “posado” de lo que puede llamarse “primer tiempo”, el conjunto no resbaló con la uniformidad y naturalidad que se espera, regresando a la sartén en un cierto descabalo que más representaba una rústica “crépe” desconcertada que el orondo sol que corresponde.

Declino describiros con mayor detalle lo infructuoso de las intentonas rectificadoras. Concluyendo que “A una edad tan seria como la mía”, más cuenta me traerá ceñirme a mis controladas parrillas y otrosí garantizados, aunque menos cinematográficos, prototipos.