Desde luego que llevan un tiempo avisándolo.
Lo que ocurre es que la condición humana es temerosa -- o inconsciente --, y prefiere mirar para otro lado, no enterarse a fondo, ser avestruz.
Comparada con la estafa "piramidal" (qué bien descrita) de los sellos de Afinsa, lo de las pensiones de la Seguridad Social no tendrá límites. Porque está clara la similitud del diseño, y las que varían son las dimensiones de la jugarreta.
Que ese nombrado "colchón" disminuye cada año, es bien sabido. Y que no es exactamente un parche del PP, sino la agonizante quiebra creciente y próxima del sistema. El colchón se extinguirá cuando sea y sólo habrán sabido abandonar el barco a tiempo las grandes ratas espabiladísimas del que no podía por menos que ser insostenible estado del bienestar: muchos a ser atendidos y bastantes menos a cotizar. Hecha la ecuación, la auténtica, el final es inevitable y no requerirá un plazo largo.
Nos comunicarán el cierre definitivo con impasibles e inútiles palabras. La gente joven ya sabe que ni olerán los "beneficios" teóricos que se prometieron antes del cataclismo. Los veteranos, 30, 40 años cotizando, se van a acordar de Napoleón, arengando a unas huestes que no sólo van a contemplar las Pirámides, sino que las verán reducidas a ceniza y polvo, y no precisamente enamorado. Hay que joderse.