En
un pretérito “blog” de éstos, alguno de mis pacientes e indesmayables lectores
estuvo de acuerdo en que la Beni era, en sus intervenciones por televisión,
formato tertulia, una hidra feroz y correosa, capaz de agotar mentalmente a los
más aguerridos participantes de esos palenques.
Pues
bien, en la misma o parecida facción, anda prodigándose una tal Afra, a la que
subtitulan sindicalista -que ya poco se puede añadir- y que exhibe una suerte
de retórica refrita plagada de consignas y sectarismo de todo a cien, cuyos
ingredientes agita en personal batidora o minipimer, si así se escribe, para
pretender una confusión que desparrama toda posibilidad de sano entendimiento.
Que
no sea ella la única calamidad que nos aqueja como espectadores no disminuye su
innata condición de infumable.
De
sus rabietas, sólo Dios todopoderoso puede perdonarla; pero esto es una manera
de hablar.