viernes, 18 de marzo de 2022

El riesgo en el envite

 

Los que hoy, estupefactos, te contemplan

-frágil momia de pasos vacilantes,

como de una pirámide egresado-

“no han de callar, por más que con el dedo…”

 

Pues qué, ¿quizá mejor no hubiera sido

en la memoria de tus seguidores

preservar el recuerdo de las tardes

que erigieron tu gloria y tu prosapia?

Tu estampa a pie, ¿no habría merecido

el retirarse a tiempo del oficio?

Y ahora, consternados,

quienes fueron tus fieles valedores

observan, encendidos de rubores,

tu rumbo proceloso

y ese antojo de darte al rejoneo

sobre jaca que en esas cabriolas

de su enérgica y joven alegría

puede que al cabo acabe con tus días.

 

Sosiega las hormonas residuales,

admite que esta Aldonza te supera;

al menos, de ese modo,

descontarás un poco el patetismo

de apenas ser la sombra del que eras.

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