sábado, 28 de febrero de 2015

Valeria Golino



La contracción sutil en que convergen
 – apenas un dolor, con leve trazo –
tus cejas,
tu mirada de agua en la que tiembla
una tristeza que quizá me engaña;
tus rizos de ángel, tu luz extratóxica
de ninfa o náyade gentil, iridiscente.
La no sonrisa que casi desmiente
el espejismo que ahora mismo escribo
y siento y quedará
a años luz de distancia,
de incomprensión, de sueños no alcanzados,
Golino.
Tu inevitable metamorfosis en flor,
preferentemente  orquídea…

(El Hipocampo, algo dado a tenues aunque reiterados desvaríos, padece un ilusorio y ancestral friso de medusas. De vez en cuando, hilvana palabras a modo de conjuro, o como para soltar algo de todo ese lastre gravosísimo, y a sabiendas de la imprudencia con la que está derrochando las hermosas y ya no abundantes corcheas de su tiempo.)

viernes, 27 de febrero de 2015

El francotirador



Si Ud., en vez del diseño frío y el erotismo descafeinado de las 50 sombras, aprecia el cine bien hecho, contundente y definido, pleno de oficio y maestría profesional, y alejado de las subvenciones que a tantos de nuestros “insignes cineastas” atenazan, puede zambullirse en este film, nueva muestra de la, nunca mejor dicho, buenísima puntería que Clint Eastwood luce desde hace muchos años.
Por el contrario, y como no faltarán el antiyanqui y el pacifista (dados a la mofa facilona y disolvente de los valores que vertebraban el mundo antes del contemporáneo tobogán de melindres y amaneramientos, del “poder de las flores” y las marrullerías izquierdosas), en ese caso, pertréchese de cualquier pancarta que tenga en su armario y, blandiéndola entre gritadas consignas verbeneras, salga de él y pasee, ufano y retrechero, progresista y rumboso, por nuestras céntricas calles y plazas.
Otra opción es contemplar con arrobo a los nuevos héroes de esa Numancia que encarna, sin empanadillas aunque con “cocretas” la casa del Gran Hermano en su enésima y podrida eclosión. 

jueves, 26 de febrero de 2015

Al César, lo que es del César...



Recital en TV (los Conciertos de Radio 3, o algo así) del triunvirato de vetustos ex-socios, abreviados en CAG.
Vaya por delante mi reconocimiento, concedido siempre sin ambages, al estupendo juego de voces, al oficio y la proverbial conjunción de este trío cantor. En eso, son de garantía.
Por aquí, el día que se predica, no cuesta trabajo dar trigo. Ni ejemplo, mira tú.
La actuación puso de manifiesto cómo un tren puede por cierto tiempo seguir funcionando, mayormente con la inercia del impulso debido a lo que bien ha podido ser su ahora ausente locomotora histórica; y a la baza esencial de un evidente repertorio, por encima de la pobre, desganada y rutinaria presentación de los títulos que se hizo, abundante en clamorosas omisiones y disimulos intencionados de la firma, del origen autoral de las canciones precisamente de talla más mollar.
Entre adultos, esa manera de jugar al escondite es infantil, tiene un cierto olor de mezquindad, y no impedirá lo que parece un vasallaje, un inevitable compromiso para estos triunviros que tan esquivos se muestran, cada vez que rehúyen dar…al César, lo que es del César.

(Me cansa señalar de nuevo las maniobras citadas, aunque sea para no“otorgar, callando”. Por cierto, con esta glosa resuelvo hoy el blog del Hipocampo. Qué guay.)

miércoles, 25 de febrero de 2015

De cuando entonces



Evoco tus matices: por tus ojos felices
la ilusión relucía. Recuerdo que tenías
un anillo latino, de grado y travesura;
el pelo, largo y fino, casi hasta la cintura,
con las puntas, a veces, bifurcadas;
y unas botas de alta caña, ajustadas.

Quince años después: conversación cortés.
Tu maquillaje, a punto; tus viajes y asuntos.
Tus manos de casada, más sabia, la mirada.
Tu estilo americano con detalles mundanos
de señora de lujo y de dinero
a quien mece el Caribe, lisonjero.

Entonces como ahora: con tus celos de mora,
tu nariz increíble y tus pechos sensibles…
Y tu dulce sonrisa, y tu voz de clarisa.
La querencia en el fondo de tu amor loco y hondo,
de tus cielos secretos y privados
en mis noches y sueños más amados.

martes, 24 de febrero de 2015

Nicolás Maduro



Con la inercia torpe de una burda fotocopia, Maduro remeda y prosigue los desvaríos, las mañas revolucionarias y los despropósitos de su antecesor quien no encontró nada más como “heredero”. Y con el mando así traspasado, este desaforado y asombroso gobernante, hechura de aquél, va llevando a su nación, de por sí rica en recursos, abundante y feraz, cada vez más lejos por el camino de una extrema y paradójica ruina, mientras se envuelve en los colores de su bandera y vocifera soflamas en las que, en plena paranoia, denuncia imaginarias conspiraciones internacionales contra esa política suya que tan desastrosas consecuencias está evidenciando.
Sudamérica es con frecuencia tierra de excesos: su historia está sembrada de ellos, y acaso jamás se lleve bien con cualquier tipo de moderación. Pero nos llena de estupor e insatisfacción que en nuestro mapa ibérico puedan surgir, de entre las nutridas filas de nuestras “generaciones estupendamente – y presuntamente – preparadas”, adoradores y émulos de aquel descomunal disparate cuyo contagio es lo que de ningún modo necesitamos.