Detrás de Zapatero, y transcurrido el paréntesis sombrío,
el requemado rescoldo de Rubalcaba, han colocado a este hombre alto y
descafeinado o descolorido, un poco como sacado de un anuncio de farmacia.
Y no es que “después vendrá quien bueno te hará”, no.
Sólo que éste de ahora ha resultado casi más soso (que ya era difícil), a falta
del apellido medio sonoro y de la sonrisa enconada de trilero Joker que
caracterizaba al presizeta.
Y no lo están dejando ni terminar el rodaje. Así que me
da que Pedro, poca convicción de suyo, ya está ensayando qué cara pondrá cuando
unos y otros, unas y otras, le den el
empujoncito final.
El hombre, mientras, vocifera un poco en las convenciones
(esto de vociferar, con lo añejo y cutre que es, lo hacen todos: se ve que
hablar pausado y sin gritos no enardece a la masa) y, por si fuera poco, alza
el cerrado puño casposo y vetusto, como si los calendarios no hubieran caído
por docenas. (¿Se imaginan ustedes el abroncado abucheo y la rechifla, incluso
la lluvia de piedras, si Mariano reviviera el saludo de la Falange?)
El señor Sánchez lo tiene jodido. Porque al PSOE y a IU
les han quitado el sitio, el papel. Prácticamente son, ahora, poco más que
pintamonas a los que la riada de las modas y usos que proliferan en la “red” se
lleva por delante, a los que el atrevimiento y la atropellona urgencia del
arreón descontento sepultará en la nada, como los aludes de nieve del temporal
de estos días fríos de 2015.
Y a propósito del temporal: el agua excesiva esta que lo
inunda todísimo, ¿era la que se quería desviar para uso útil con aquel
defenestrado Plan Hidrológico?
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