Recital en TV (los Conciertos de Radio 3, o algo así) del
triunvirato de vetustos ex-socios, abreviados en CAG.
Vaya por delante mi reconocimiento, concedido siempre sin
ambages, al estupendo juego de voces, al oficio y la proverbial conjunción de
este trío cantor. En eso, son de garantía.
Por aquí, el día que se predica, no cuesta trabajo dar
trigo. Ni ejemplo, mira tú.
La actuación puso de manifiesto cómo un tren puede por
cierto tiempo seguir funcionando, mayormente con la inercia del impulso debido
a lo que bien ha podido ser su ahora ausente locomotora histórica; y a la baza
esencial de un evidente repertorio, por encima de la pobre, desganada y
rutinaria presentación de los títulos que se hizo, abundante en clamorosas
omisiones y disimulos intencionados de la firma, del origen autoral de las
canciones precisamente de talla más mollar.
Entre adultos, esa manera de jugar al escondite es
infantil, tiene un cierto olor de
mezquindad, y no impedirá lo que parece un vasallaje, un inevitable
compromiso para estos triunviros que tan esquivos se muestran, cada vez que rehúyen
dar…al César, lo que es del César.
(Me cansa señalar de nuevo las maniobras citadas, aunque
sea para no“otorgar, callando”. Por
cierto, con esta glosa resuelvo hoy el blog del Hipocampo. Qué guay.)
De acuerdo en todo.
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