Con relapso recochineo, con un mínimo amago de miserable
y rastrero disimulo, los depredadores parásitos que con manifiesto abuso nos
imponen los precios de las gasolinas, vuelven a apretarnos las tuercas.
Desconocemos, no nos consta lo que son o hayan sido sus
madres. Sí, en cambio, lo que son ellos, con toda probabilidad.
Mira que si, un día, se funda (con banderas negras o del
color que sean) una agrupación extremista para ajustarles las cuentas…
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Vaya por Dios, sosiéguese Vuesa Merced.
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Pudiera ser. ¿“Hace” un cubata?
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