Ni el "brexit", ni nuestras no imposibles terceras elecciones; ni el golpe de estado en Turquía, ni lo del Paseo de los Ingleses en la costa francesa.
El asunto que verdaderamente inquieta y desvela a las audiencias multitudinarias es este caso cuyos relieves (que con picardía y regocijo morboso se desmenuzan) han desbordado cualquier previsión.
La opinión pública anda dividida, repartiendo con singular equidistancia apoyos y ataques, juzgando (ese gerundio peligrosísimo) con extremo acaloramiento y pronunciándose al respecto en los más altisonantes registros.
Se ha referido en numerosas ocasiones aquella anécdota en la que a Dominguín, paradigma de los pavos reales, tras pasar una noche de memorables amores con la bella Ava Gardner, le faltó tiempo para correr a presumir de su éxito ante el corro, la comparsa adulona de sus amigos.
Nada garantiza los paralelismos, como no sea la notoria ejecutoria que se le atribuye al aristócrata; por su parte, la implicada tampoco se ha distinguido por ser un prodigio de discreción.
Pero la cosa está que arde, conspicuos estudiosos de la condición humana.
-- ¿Y qué me dices de pokemon go?
-- Es verdad, se me olvidaba. El mundo se ha vuelto loco.
Absorto, el Hipocampo no da crédito.
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