Brunekhilda, hija menor de Atanagildo, rey de la España visigoda,
era una doncella de grácil figura y hermoso rostro, de costumbres castas y
limpias, prudente en sus juicios y de agradable conversación, según relata
Gregorio de Tours, llegando a tener un especial protagonismo en la historia
merovingia, a partir de su boda con Sigiberto I de Austrasia.
Nadie, en aquellos primeros tiempos de gloria, habría
podido predecir su espantosa muerte bajo el poder de Clotario II, rey de
Neustria, cuando, después de tres días de tortura, fue atada por los cabellos a
la cola de un caballo salvaje que, arrastrándola a la carrera, dejó su cuerpo
hecho pedazos.
Sic
transit…
¡Vaya brutalidad! ¡"Pa" haberla "matao"!
ResponderEliminar