Creo que el buque en el que viajábamos era el Virginia de
Churruca, desde Cádiz, y varias escalas después, a Cartagena de Indias.
Cuando Castro (barbudo paladín, iluminado y radical
ideólogo, héroe de la acción revolucionaria) consiguió encandilar a los más de
los cubanos, y poner patas arriba la isla que decidió sería de su propiedad
(cambio de amos, suculenta “regeneración”), las personas que no tragaron con
aquello fueron laminadas o procuraron salir de allí, dejando forzosamente
propiedades, empresas, etc. confiscadas, y con el miedo en el cuerpo y la
suerte, que no todos huyeron con vida y a tiempo.
En una escala, Santo Domingo o Veracruz, lástima de
memoria, subió: Esperanza era blanca, rubia y de ojos entre verde y miel. Con
su seductor acento caribeño quebrado por el susto y la incomprensión, contaba
que los cancerberos del nuevo régimen les habían quitado al marchar hasta
pequeñas joyas personales como sortijas sencillas o medallitas de vírgenes o
santos que se usaban entonces, colgadas al cuello. Que apenas lo puesto y la
ropa que cupiera escasamente en una maleta simple, pudieron llevarse al exilio,
ella y su familia.
Creo que nuestra edad adolescente estaba lejos de
calibrar el alcance de aquella convulsión.
Casi 7 décadas después, que se dice pronto, el tirano a
lo Valle (pero sin brillo literario), aunque decrépito y desmoronado, sigue
“siendo el rey” grotesco y fantasmal de aquella tierra que sobrevive entre
penurias y agotamiento.
Lo curioso es que tantas huestes de uno y otro sitio lo
sigan aplaudiendo, admirando, poniendo de referencia política para las
recientes intentonas de salvarnos la patria con curas de burro y a pesar de que
(los apellidos, ¿los carga el diablo?) ciertos cabecillas contemporáneos luzcan
algunos que tanto nos evocan la demoníaca y denostada “pasta” y ese “opio del
pueblo” que la cuadrilla de turno dice que es la religión.
Post scriptum. Tres señales posteriores para las neuronas
entretenidas:
1ª Miles de veces, recorriendo la N-IV, leí el rótulo de
una finca que rezaba “La Esperanza Cubana”.
2ª En la calle Ayala de Madrid, donde estaban las
oficinas de Vapores Suardíaz, entregué una mañana una caja de bombones para que
se endulzara la vida la pardillana de Juan Bravo.
3ª Pocos años ha que, visitando Comillas, supe detalles
de la historia y orígenes de la Compañía Transatlántica Española.
gracias por seguir siendo tan claro
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