Que es como decir el oráculo. Sus designios inapelables.
Viene bien porque “las
directrices marcadas por Bruselas…” Y ya estamos aviados.
La pella que fuimos acumulando debía ser 1000 veces más
grande de lo que nos temíamos todos. Y nos temíamos muchísimo.
Lo digo porque ya parece imposible apretarnos más el
cinturón sin morir en el empeño. Y, no obstante, en Bruselas han dicho que
adelante.
Uno, que es profano y además está cansado, pregunta:
Después de que se reduzcan las cotizaciones a la
Seguridad Social, lo que va a producir aliviadas sonrisas entre empresarios y
cotizantes en general… la MENOS PASTA que haya, ¿significará forzosamente MENOR
COBERTURA? (Ahí ya no va a haber sonrisa alguna.)
NO, NO, NO, exclaman enfáticos, aseguran los
inverosímiles aunque cínicos funambulistas de la economía, de las finanzas. Ese
agujero (descomunal, vertiginoso) se rellena subiendo el IVA.
Uno, pregunta: ¿y nadie recuerda ahora que cada subida
del IVA retrae brutalmente el consumo? Así que, si el personal recula asustado
y no compra casi nada, ¿qué recaudación de la señorita Pepis se espera obtener
con el IVA crecientemente astronómico que nos amenaza?
Y entre tanto mamoneo, ¿para cuándo, la poda urgente del
repugnante y obsceno derroche con el que nos afligen los mandamases, los
enchufados, los parásitos tamaño Godzilla?
Áticos e impertérritos, los expoliadores de Europa
deciden cómo jodernos mientras se forran interminablemente en Bruselas.
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