La afición, acostumbrada (a nadie le amarga un dulce) a
la serie de éxitos de estos últimos tiempos, ahora está en un ay, con un ánimo
que oscila entre la decepción deprimente y el esfuerzo voluntarista de “a por
ellos”.
Es sabido por todos que los futbolistas están
astronómicamente retribuidos en dinerísimo y en gloria y popularidad. No sé qué
cantidades perciben por participar en la Selección, aunque algo he oído de
“primas”, lo cual empieza a sonar a recochineo y exceso.
Como no parecen un ejemplo llamativo de entender como
“prima” el honor de representar a España, ahí les va una pastizara extra. En
cambio, no me suena que haya descuentos, cuando el partido se tuerce y se
pierde con lamentable oprobio y sofocón de los aficionados.
Y luego está el infortunado “motecito” de la roja. Puede que los más entendidos
sepan quién o quiénes, en qué momento y con qué intención se decidió
machacarnos con la emergente propaganda de ese apodo que en principio, parece,
por lo menos, arbitrario.
¿Por qué no la
azul, o la verde…? La rojigualda, ¿escocería demasiado?
Se diría que hay pringoso propósito de complacer a los
renegados, quienes probablemente preferirían cambiar la verdad por una tela
roja como la que fue bandera de la URRS, aquel invento tan progresista, ¿“s´acordáis”?
Y a pesar de todo, no dejan de sorprenderme los triunfos colectivos de estos últimos años, estando como está nuestro terruño
ResponderEliminarMal negocio, linda prima, sólo siento que al final te hayas vuelto interesada y también convencional.
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