Que es ese santificado sistema con el
que tantos se andan llenando la boca.
Dicen que la inventaron allí, en la
Antigüedad.
Y ahora les va sirviendo para
equivocarse y elegir a un gestor, a un jefe de tribu de lo más chapucero,
resuelto a echarle la culpa de lo que pasa, y de lo que pase, a cualquier otro,
travistiendo de victimismo su clamorosa incompetencia.
Lo que pasa es que pretende un Tercer
Rescate, pero sin verdadera voluntad de pagar los anteriores. Que se pide más
dinero, rechazándole las condiciones al que lo tiene que soltar.
Admira el disparate. Pasma la cínica
desvergüenza con la que algunos, bastantes, cuentan los detalles al revés. La
desfachatez con la que se avienta una humareda confundidora de palabras como dignidad, soberanía, humillación…
Y lo que va habiendo es que cientos de
miles de abueletes han sido lanzados a la incertidumbre y la indignación de ver
su dinero escatimado, escamoteado; y en un muy peligroso e inseguro alero, los
ahorros y las pensiones por los que trabajaron y lucharon toda su vida.
La democracia teórica, que tan
equilibrada y aceptable se finge, cuando se lleva a la práctica da para estos
desastres. Porque la mayoría decide, sin otra RAZÓN que la FUERZA de su
CANTIDAD. Pero la mayoría suele ser manipulable, cuando no escasa de sabiduría.
Y entonces la CALIDAD ya ha desaparecido.
Y ahí, la mayoría no es mucho mejor que
una torpe e irracional, aunque ingente, manada que en ocasiones remata en
estampida y vuelco espectacular por el barranco.
Qué marrón.
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