jueves, 14 de agosto de 2014

Las mujeres de ahora



no son como las de antes. Es un complicadísimo hecho que analistas habrá dispuestos a desmenuzar; y cualquier día, incluso yo podría señalar con cautela y afición algún matiz, sea o no inédito.
Con todo, si Ud. ya ha vivido un ramillete de décadas, la mera experiencia, si no el conocimiento, ya le habrán arrimado cierta idea del asunto. Y con suerte, de ésa que Dios reparte a los toreros, “se habrá dado cuenta Ud. también” (Mota dixit) de que existe en la franja generacional semiintermedia un afortunado porcentaje que alcanzó a recibir de buen talante el relevo de las clásicas mamás.
Que siempre debió haber de todo; pero, pasando de esa caspa siempre estéril que suelen constituir los relativistas, las personas normales sabemos de qué se está hablando.
Conque mi enhorabuena si Ud., conociendo la voz, el aroma y sabor, la ternura no exenta de dificultades de una mujer, se encuentra a mediodía cerca de disfrutar de la paella que con gentileza y buena mano le está preparando, con todos los deleitosos manjares marineros que la receta mejor prescribe.
El Ribeiro ya está puesto a refrescar.    

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