Vivimos sometidos a eso.
No es tanto que fallen, sino que la incompetencia, la
negligencia, o más grave todavía, la “vista gorda” que hacen los encargados de
las vigilancias nos van dando a diario numerosas muestras de una peligrosa e
insensata lotería, cuando no de diversos tipos de expolio consciente y
sostenido.
Ni Arturo, ni Susana, ni Mariano, ni etc,etc. pueden
hacernos creer que las barbaridades cometidas escaparon a su perspicacia. Y si
carecieron de ésta, si anduvieron ciegos, deberían abandonar los sillones y
largarse.
El personal acumula asombros y cabreos en cantidades
industriales. Porque es una burla insoportable ese fenómeno de los controles
fracasados. De la casi nula responsabilidad posterior. Del parche de las
raquíticas e infumables “explicaciones” de los barandas.
El personal, con hartos motivos desconfiado e inseguro,
probablemente ya se está preguntando si tendremos otro de nuestros “controles”
clásicos en ese hospital que afirman haber “preparado” para el tratamiento del
último y vertiginoso virus que nos llega.
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