Los fabricantes de detergentes para lavadoras se frotan
las manos y están de enhorabuena.
Porque hay dos pueblos en los que los indígenas y los
visitantes se congregan en fechas determinadas para ponerse perdidos en sendas
refriegas callejeras, de tomates y vino, respectivamente.
De pocas décadas, estas ocurrencias que con harta
exageración llaman tradiciones, deben parecer de un gracioso y brillante
ingenio a los participantes.
Pero si dejamos al margen el cariño por el terruño
propio, que comparto, por el que afirmo mi respeto y que puede ser encomiable (aunque
deriva en ocasiones en ceguera y fanatismos diversos), visto desde fuera el
fenómeno tiene apariencia de muy pringosa gamberrada.
¿Surgirá en un futuro no lejano la variedad del festejo
en el que lo arrojable entre prójimos sean piedras de talla variable, dardos
como los de los “pubs” pintorescos? ¿Podríamos incrementar la fantasía y
llegar, con paciencia y una caña, al
uso entusiasta y floreciente de pequeños lanzallamas individuales, de
versátiles aplicaciones y usos, seductores como los teléfonos móviles de la más
última generación?
Hombre, detrás de esto siempre hay un componente eroticosexua.. predominante. Ya sabemos, apretujones entre los unos y los otros, pezones en punta,..y todas esas cosas que tanto nos gustan. Lo de la tradición es una excusa cualquiera difícil de tragar
ResponderEliminarQuerido amigo, comprendo de corazón tu instintivo rechazo. No obstante, considero desde hace tiempo que la existencia de determinados espacios - controlados - donde ejercer la burricie y el zopenquismo que habitan un poco en todos nosotros, son como oasis socráticos donde poder depositar nuestros excedentes de irracionalidad sin mayores daños a terceros...
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