no son como las de antes. Es un complicadísimo hecho que
analistas habrá dispuestos a desmenuzar; y cualquier día, incluso yo podría
señalar con cautela y afición algún matiz, sea o no inédito.
Con todo, si Ud. ya ha vivido un ramillete de décadas, la
mera experiencia, si no el conocimiento, ya le habrán arrimado cierta idea del
asunto. Y con suerte, de ésa que Dios reparte a los toreros, “se habrá dado
cuenta Ud. también” (Mota dixit) de que existe en la franja generacional
semiintermedia un afortunado porcentaje que alcanzó a recibir de buen talante
el relevo de las clásicas mamás.
Que siempre debió haber de todo; pero, pasando de esa
caspa siempre estéril que suelen constituir los relativistas, las personas
normales sabemos de qué se está hablando.
Conque mi enhorabuena si Ud., conociendo la voz, el aroma
y sabor, la ternura no exenta de dificultades de una mujer, se encuentra a
mediodía cerca de disfrutar de la paella que con gentileza y buena mano le está
preparando, con todos los deleitosos manjares marineros que la receta mejor
prescribe.
El Ribeiro ya está puesto a refrescar.
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