Lo
incomprensible, lo inaceptable es que durante tantos años todos pudieron verte
la cara de canalla, con un dejo de chulería, de provocación insolente; escucharte de seguido la demagogia
verbal, los argumentos venenosos y estructurados con groseras manipulaciones; y que todos, o los más -muchos más-, dieron
por buenos tus desplantes, tus maniobras mentirosas alternadas con amenazas; y, abdicando de toda inteligencia, te
concedieron un crédito por demás inmerecido, mientras omitían cualquier
escrúpulo que al menos hubiese puesto en cuarentena tu miserable, criminal
patraña.
Si
ahora, 20 años después, te desmontan la trama y asoma la bajeza de tus más
próximos, pringados cómplices;
incluso si eso lo hacen los mercaderes macarras del morbo travestido de
espectáculo; si, al final y de resultas,
se te tuerce más el carro y una carambola te metiese en chirona una temporadita…
¿Cómo
era el refrán ese de San Martín?
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