Exultante de alegre vitalidad, de jubilosa energía, este
extraordinario músico sabe transmitir su caudaloso torrente de sabiduría.
Y, expresivo a tope, cuando no le llegan las palabras
generales, mueve las manos, los brazos, gesticula con entusiasmo o recurre,
interrumpiéndose, al ejemplo tangible en el piano, a los términos técnicos,
profesionales, para completar lo mucho que tiene que decirnos, que explicarnos,
que enseñarnos.
De tal modo te va llevando encandilado de la mano que,
durante el documental de anoche en TV2 (Imprescindibles), uno se nota, se
siente, sonriendo varias veces entre el gustazo y el entendimiento; y le da la
razón, ni más faltaba, a este artista de Santo Domingo (tierra de buenos rones),
capaz de muy diferentes y consistentes logros desde su apasionamiento y el amor
con el que examina, palpa, desmenuza cada matiz, cada sonido.
Elegante y asombrosa, llena de maestría, la elaboración
entre Michel y Tomatito. Ahí está la Música, el lenguaje compartido y alto que
al tiempo consigue tocarnos a todos en las misteriosas aguas de la emoción, la
finura, la dicha y la fantasía.
Con sus tríos y otras formaciones de jazz, con gran
orquesta sinfónica… Michel lo borda.
Claro que Trueba no podía por menos que echarle la vista
encima. Calle 54.
En serio: así la tele tiene mucha justificación, esta
tele sí la queremos.
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