La
combinación de las recientes jornadas de excesivo calor prematuro y la crisis
de alergia primaveral (que este año se ha manifestado con especial poderío)
acentuó no poco la tendencia sedentaria y algo enclaustrada que suele ser “marca
de la casa”.
Así
que, naufragando en la trivialidad y en vista de que el ruido de los
chanelistas (y sus contrarios) no se desvanece por completo, he curioseado el
concursito previo de Benidorm cuyo conocimiento rehusé en su día por razones de
higiene ele y mental.
Y
parece que dos piezas, dudosamente musicales, eran las que más compitieron por
el galardón, también dudoso, de ser el “ejemplar” que RTVE enviara a Turín. Dos
“videoclips” de muestra no han disipado la sensación de que nuestras mayorías,
el público en general, con los criterios desgastados por diversas tácticas de
manipulación, es apenas útil para ser distraído de otros asuntos con facilonas
cortinas de humo.
En
una de dichas muestras encontramos lo que ¿pretende? ser un revuelo de meigas de
“todo a cien”, poseídas por un frenesí de maquillaje y vestuario
bizarro/orientalistoide …
-¿Estás seguro de los adjetivos?
-Valgan ésos.
…
que tienden a vociferar un texto escaso, reiterativo y de mensaje e intención más
bien confusos.
Sobreponiéndome
al impacto, caté la otra muestra en la que asoma Rigoberta y nos ofrece su
alegoría (intimista, personal, no del todo transferible) de un prototipo
maternogenético que se filtrase a través de una manga pastelera galáctica y un
sí es no es vanagloriosa.
Dicha
alegoría, en formato de presunta canción, ostenta con esplendor el símbolo de
la o las tetas femeninas.
La
especie humana, de inocultable condición mamífera, nada tiene que objetar al
respecto, ni siquiera cuando ya se inventaron el histórico Pelargón y con
posterioridad democrática el Blemil, etc.
Nada
en contra tampoco, antes bien a favor, los espectadores del arte y la belleza;
menos todavía, los amorosos.
Luego,
como arma de reivindicación y combatividad -ahí están las desenvueltas chicas
de Femen y demás- quizá haya que convenir que la utilización simplista,
política y social, de esos símbolos viene siendo la más clara demostración de
una importancia que entendemos con unanimidad admirable y admirativa, por más
que los exageraditos del escrúpulo intelectual echen de menos una importancia
mayor de los otros argumentos que pueda haber en el debate.
En
resumen, que tampoco había gran cosa en Benidorm.
Ahora
ha refrescado un poco, que es detalle y tregua que se agradecen para el
descanso y el bien dormir, como el agua de colonia de frasco azul que sabemos.
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