En estos días asomó por la playa un camión con una grúa incorporada, que se ha ido llevando la torreta del vigilante en la que ondean las banderas que con el viento señalan el estado y el riesgo cambiante del mar, para los bañistas, sean temerarios o prudentísimos; las casetas/vestuario, el caminito de listones de madera para transeúntes remisos y de parca afición, las duchas provisionales, y poco antes, es de suponer que con otro encargo de índole particular, el quiosco blanco y azul de los refrescos, las "chuches", etc.
Si el próximo verano seguimos por aquí, quiero decir pasablemente vivos todavía, asistiremos con el permiso de la Autoridad y si el tiempo no lo impide, a la recuperada instalación de esas estrafalarias y socialistas estructuras. Y de todas maneras, en el "entremientras", tú y yo bajaremos a pasear para que la arena invencible vuelva a traspasarme los zapatos y los calcetinOs, en esa secuencia de ingreso siempre exacta y metódica, qué plan, Maritere.
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