Dicen quienes conocen tu carácter
que eres un terco y duro cabezota,
de siempre empecinado en tu deriva
y pegajoso incluso en la derrota.
Por lo que vamos viendo,
tu obstinada intentona de "mesías"
se hunde en un pantano de utopías
y palabras confusas, y estruendo.
Yo en tu caso, ya puestos, probaría
un corte contundente de cabellos
que oree e ilumine de destellos
la espesa sombra de tu día a día;
tu embestida, atolondrada y torpe,
tu rencor de cateto acomplejado,
todo ese enredo enorme
de escándalo y mentiras que has sembrado.
¿Y va a ser por cansancio
que ganes ese pulso miserable?
¿Por discutir, al modo de Bizancio,
con sofismas huidizos e infumables?
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