Urkullu ¡quién te diría!
Un urogallo enhiesto y satisfecho,
con gesto adusto y serio, sacas pecho,
y tienes parla sobria y el provecho
de dirigente hábil y aparente;
de históricas ventajas, privilegios
que la cautela ajena ha concedido
se articula tu atril en los arpegios
con los que tienes contenta a tu gente
y con eso, cumples tu cometido.
Observando con rasgos impasibles
la deriva ruidosa y levantisca
con la que unos pretenden imposibles
de tramontanas y demás ventiscas,
mantienes el acecho,
almacenando acaso aquellas nueces
que dijo el otro que eran los pertrechos
de las balas, los panes y los peces.
Según vengan la mar y las galernas,
si se encarta, saldrás de tu caverna
a defender los intocables fueros,
las "inocentes" herrikotabernas
y, cómo no, el mando y los dineros.
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