Demoraré mis besos en tu escote,
en el cálido encanto de su aroma.
La íntima armonía de tu espera
y el asombro de la insólita hora
harán que los deseos veteranos
florezcan renovando las caricias
sensibles y amorosas de mis manos.
Es la rendida magia de la vida
que todavía muestra sus señales;
y que nadie nos diga que no estamos,
a estas alturas, en nuestros cabales,
por darnos todo el tiempo y el esmero
para decirnos bajito te quiero.
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