La que ayer tuvo lugar en Madrid.
Porque los españoles de bien (esa mayoría que sabe portarse y aguantar el temporal) tienen numerosos motivos para sentir que su historia y sus logros son altos y grandes, tanto o más que los de cualquier otra nación. Motivos para no rendirse ante las dificultades presentes.
La realización del Desfile fue espléndida, como corresponde a la importancia y la seriedad de lo que simbolizaba. Y la asistencia popular dejó claro que, contra la mala racha, queda un ánimo fuerte, un empuje que ya tiene demostrado nuestra gente cuando se pone a ello.
Incluso el clima acompañó; y fueron guapos y dignos la estampa real en la tribuna, los uniformes, banderas, entorchados; la cadencia de la música y la de las capas de los regulares, cuando marchan con paso lento...
España, al presente, tiene asuntos que corregir y resolver. Pero, Dios mediante, saldrá con bien.
Ese bien que tanto se les atraganta a los renegados que, ya los conocemos, no omitieron las señales, los regüeldos, de su infecta condición mental. Marinados en torpeza, ignorancia e inquina, siguen siendo esos desgraciados que en el pecado llevan la penitencia.
AMEN
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