Ahora que pronto ya empezará el frío, las tardes de los fines de semana nos ofrecen por televisión, para un mejor dormitar las remolonas siestas, esas películas "de perritos" tan familiares y anestésicas, con actores borrosos y con esa iluminación que ya de por sí las va como si dijéramos encasillando.
Eso para el caso de que Ud. haya sobrevivido a lo de la noche del viernes, llámese o no De Luxe.
Que ya es sobrevivir.
Pero hay un matiz (un efecto corrector, una "aplicación" disponible, fíjate, Alija) que no debemos desdeñar, antes bien acoger con cariño, y que como anillo al dedo ha de descender sobre nosotros, a medida que el clima afile sus filos: una buena taza de chocolate caliente y uno o dos de esos bicornes, dorados, esponjosos hallazgos de la bollería, con nombre francés, y tan a propósito ahora que la Almendrita anda por Marsella.
En la tibia molicie de los sofás, Lady Taladro me reinicia en esa dulce tentación, expresión que bien pudiera venir, con sesgo algo oblicuo, de Magenta.
Y yo no digo que mi barca sea la mejor del Puerto...
Fijome, maestro.
ResponderEliminar¡Quién me iba a decir que te vería "bebiendo" chocolate!
Un fuerte abrazo y mi cariño.
Creo que me faltó una vírgula.
ResponderEliminar:-)