Hoy te vemos, Justin, en tu visita
a esta España de cuitas,
gracias a que la tele nos aporta
imágenes que poco reconfortan
de tu gesto de hastío,
de tus ojillos fríos,
de ese aire invencible de modorra
que acaso la capucha más la gorra
te proporciona tal calor de horno
que eso más que atavío es un trastorno.
En la cima del éxito infinito,
¿tan soñoliento estás, tan descontento
cual un marchito mito?
El Olimpo, el brillante firmamento,
¿ya te causan tormento?
Tus "fans" innumerables aullando
(sin darse tregua alguna y esperando
el instante sublime en que tu nombre
es pronunciado y, como un solo hombre,
multiplican por mil sus decibelios)
¿no animan tu expresión, no te conmueven?
¿No alteran para nada tu relieve
ni dan vida a tu rostro de sepelio?
La devoción de ese inerte gentío
quizá no se merezca
un talante tan soso y tan vacío.
Jajaja. Lo veía de venir.
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