¿Celosa, tú, de Sara? No es posible.
Si el duende y la magia más hermosa hundieron sus raíces
en tus muslos de seda; si en tu grupa quisiera Zeus haber cabalgado; si el
genio de tu casta te asoma en cada gesto.
Si tus pechos ahora, tus ojos de siempre, debieron haber
sido modelos de Romero de Torres en la grave, señorial Córdoba.
No, amor, lo tuyo es más antiguo, hondo, decisivo que
diez muchachas juntas, de las mejores.
Lo tuyo, amor, es el que te tuve y te tengo, poderoso,
traspasado de ti, ensimismado. Lo tuyo es el resplandor del dios de los
gitanos, si lo tenéis.
No estés celosa tú, de nadie, de ninguna.
Grande, brava Ariadna.
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