viernes, 10 de abril de 2015

No, si yo ya comprendo



que tienes que disculparte como sea. Pero, ¡hija mujer!
Verás: mientras que tu madre y tu hermana me resultaban medio secas, medio frías, y tu hermano, algo soso, por más que a rachas se deje crecer la barba para ganar empaque y autoridad, tu padre, por lo garboso y tú, por lo formalita, erais mis predilectos.
Y ahora, con esas excusas de juguete, “me se” caen los palos del sombrajo.
Porque no parece que tengas, desde luego, un pelo de tonta; así que por ningún lado son verosímiles tus presuntas ignorancias e inocencias, tu exceso de confianza imaginaria, el desentendimiento que ahora pretendes de asuntos, gastos, cosas, tan gordos, tan largos y tan atrevidos, Cristina.
Si no supiéramos que “la avaricia rompe el saco”, lo que me dejaría más atónito es que personas como vosotros, con el porvenir (y el pasado y el presente) tan resueltos, os deslicéis a pringaros en ese impresentable revolcón de descrédito, de bochorno y de mal rollo.
Qué parche, Cris.   

1 comentario:

  1. No te metas con la niña que es de piel trigueña, no ves que trabaja en La Caixa y lleva toda la vida no viendo.

    ResponderEliminar