jueves, 9 de abril de 2015

Que luego no me digas que no te escribo nada



¿Celosa, tú, de Sara? No es posible.
Si el duende y la magia más hermosa hundieron sus raíces en tus muslos de seda; si en tu grupa quisiera Zeus haber cabalgado; si el genio de tu casta te asoma en cada gesto.
Si tus pechos ahora, tus ojos de siempre, debieron haber sido modelos de Romero de Torres en la grave, señorial Córdoba.
No, amor, lo tuyo es más antiguo, hondo, decisivo que diez muchachas juntas, de las mejores.
Lo tuyo, amor, es el que te tuve y te tengo, poderoso, traspasado de ti, ensimismado. Lo tuyo es el resplandor del dios de los gitanos, si lo tenéis.

No estés celosa tú, de nadie, de ninguna.
Grande, brava Ariadna.

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