sábado, 8 de abril de 2023

Dices tú de cambios...

 

De repente, como una avalancha, se nos vienen encima las noticias crecientes sobre la inteligencia artificial, laboriosamente incubada durante un tiempo de duración que desconocemos (ya se han encargado de ello) y que en muy recientes meses, o semanas, irrumpe en nuestras vidas con previsión y/o amenaza de cambiárnosla de urgencia y para mejor o peor, según los casos, que ya se verá.

Tal parece, desde luego, que siempre hubo cambios.

(Digresión: se viene extendiendo una desgraciada e incorrectísima costumbre de decir, y escribir, “hubieron” cambios. Corríjase con rigor este deleznable y cacofónico fenómeno: debe usarse el modo impersonal “hubo”, que no cabe aquí, por improcedente, una forzada y forzuda concordancia de número.)

Afirmo, pues, que los hubo. Lo que ha ido ocurriendo es la gigantesca velocidad y el desmesurado tamaño de los que ahora nos caen encima. Y que tienen pinta de sobrepasar las posibilidades de adaptación y la elasticidad, no infinita, incluso de los más dúctiles.

Así que habrá que preparase para una relativa extinción de quienes muy lejos andamos de la habilidad para y la afición por novedades y novelerías.

 

Ya ha sido cambio brutal (como ejemplo, si se quiere, menor) tener que escuchar, con notable violencia del ánimo, las procacidades sadopornos que dedican los del “rap” y el “reggaetón” a sus chicas preferidas, con la preocupante aceptación de éstas -y que dan idea de sus formas de sentir-, cuando de chavales nos alentaban al tierno romanticismo “María Elena”, “Ansiedad”, “Mona Lisa”, en la voz de viriles dulzura y sabiduría de Nat King Cole.

Dices tú de cambios…     

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