De
repente, como una avalancha, se nos vienen encima las noticias crecientes sobre
la inteligencia artificial, laboriosamente incubada durante un tiempo de
duración que desconocemos (ya se han encargado de ello) y que en muy recientes
meses, o semanas, irrumpe en nuestras vidas con previsión y/o amenaza de
cambiárnosla de urgencia y para mejor o peor, según los casos, que ya se verá.
Tal
parece, desde luego, que siempre hubo cambios.
(Digresión:
se viene extendiendo una desgraciada e incorrectísima costumbre de decir, y
escribir, “hubieron” cambios.
Corríjase con rigor este deleznable y cacofónico fenómeno: debe usarse el modo
impersonal “hubo”, que no cabe aquí,
por improcedente, una forzada y forzuda concordancia de número.)
Afirmo,
pues, que los hubo. Lo que ha ido ocurriendo es la gigantesca velocidad y el
desmesurado tamaño de los que ahora nos caen encima. Y que tienen pinta de
sobrepasar las posibilidades de adaptación y la elasticidad, no infinita,
incluso de los más dúctiles.
Así
que habrá que preparase para una relativa extinción de quienes muy lejos
andamos de la habilidad para y la afición por novedades y novelerías.
Ya
ha sido cambio brutal (como ejemplo, si se quiere, menor) tener que escuchar,
con notable violencia del ánimo, las procacidades sadopornos que dedican los
del “rap” y el “reggaetón” a sus chicas preferidas, con la preocupante
aceptación de éstas -y que dan idea de sus formas de sentir-, cuando de
chavales nos alentaban al tierno romanticismo “María Elena”, “Ansiedad”, “Mona Lisa”, en la voz de viriles
dulzura y sabiduría de Nat King Cole.
Dices
tú de cambios…
Siempre acertado Rodrigo
ResponderEliminarMuy sabias y bonitas letras Don Rodrigo.... enhorabuena
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