Pasarse
tres, o más, pueblos trae consigo, tarde o temprano, que el malestar generado
por ello termine en muy radicales desembocaduras. Que se lo digan, si no, a
Julio César.
Así
que cuando a particulares y/o empresas se les atosiga, otros dicen se les fríe,
a impuestos, y las grandes cantidades de dinero detraídas se administran a lo
loco, o peor, se derrochan en financiar propósitos indecentes y escandalosos
trasiegos y corruptelas, un número indeterminado de dichos particulares y/o
empresas se plantea salir huyendo hacia latitudes más consideradas y con menos
manejos de extorsión mafiosa, de amenazas y de coacción. Y hay quien se
traslada a Irlanda, por ejemplo, donde además disponen de un “wishkey” buenísimo.
Los
comunistas y los hipócritas (que a menudo lo son por igual), en su clásico alarde
de cinismo, se rasgan las vestiduras, chorreando invocaciones demagogas,
travestidos en ninots de falla titiritera y trilera.
Así
va la cosa.
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