¡Gonzalo
de Berceo, Mester de Clerecía,
socorredme
a este punto, en esta estrecha vía!
Que
un interlocutor, piadoso y circunspecto,
pretende
de mi numen alardes de arquitecto:
sutiles
composturas, versos elaborados,
alejandrinos
pulcros de hermoso cincelado.
Y
cuando, nebuloso, en sueños me desvelo,
no
se me ocurre otra que picar el anzuelo
ensartando
palabras y llamándome a andana
tal
cual y como si nunca hubiera un mañana.
¿Qué
disparate es éste, qué inéditas propuestas,
qué
desafío aciago, qué cantares de gesta?
¿No
embarullan bastante la “tele” y sus dislates?
¿Y
encima vengo yo con mis mañas de vate?
Sugiero
de inmediato parar esta deriva,
buscar
en el silencio la paz alternativa.
-Pero
si es que te encantan los fuegos de artificio…
-¡Ay,
si sólo tuviera este virtuoso vicio!
¡Jajajajajaja, Bien cogido ese guante!
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