Por
increíble que parezca, hay lectores atentos a estos renglones. Gente
caritativa, quizá algo desocupada o meramente curiosa de los meandros que
trazan las reflexiones del Hipocampo.
A
la torre (es metáfora), lo que del mundo llega es, sobre todo, el montón de
mentiras que prodiga y difunde la “caja tonta”, de cuyo soporífero hartazgo
proviene esta discontinuidad reiterada. Así te lo explicaba anoche, por
teléfono, incapaz de otro sentimiento que la desolación. A comentar otros
temas, me exhortabas, comprensivo como un colega predicador y, a la sazón,
escaso de flotadores. Y…
Desde
el sillón episcopal que los deudos más íntimos me conocen, hoy me pareció que,
al desayuno, que serví dentro del horario de costumbre, remoloneaban los
invitados. Los veía inquietos, revolotear entre las ramas del seto de los
vecinos, pero han tardado en acudir.
Cautela
insólita, inédita, en absoluto justificada, porque mi puesto de observador
respetuosísimo era el de cualquier día, a la distancia habitual, así como mi actitud,
en confiable reposo.
Luego,
inspirados finalmente, como que son de buen apetito, han ido acercándose,
enviando previamente dos o tres exploradores, como los guías indios de la
caballería yanqui de las “pelis”, para catar (y no, no es el mundial) los
riesgos de la tentación que, para su bien, son inexistentes.
Tiempo
en calma; algo de lumbago; paracetamol, 1 gramo. Beatus ille. Lo que sea, menos
los puercos políticos, esos verdugos ¡¡¡sonrientes!!!
Soy uno de esos lectores atentos a estos renglones, pero no encajo en ninguna de las tres categorías en que nos sitúas. Te sigo, querido Rodrigo, por la admiración que tengo por ti y tus geniales compadres de Solera y CRAG desde mis 15 años (que eran tus 26). Vuestra música y mi debilidad por tu verbo florido, casi barroco, de aquellas maravillosas canciones de hace tanto tiempo. Y leer ahora, tantos años después, estos renglones tan lúcidos que disparan contra el disparatado carnaval de cretinos que tratan de disponer de nuestras vidas, te aseguro que es, como poco, un breve soplo a aire fresco.
ResponderEliminar¿Ve Vuesa Merced como trae cuenta hablar de pajaritos?
ResponderEliminarMe apunto al comentario de Javier Cornejo
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