Ni
siquiera en el posible fragor atolondrado de mis ya lejanos años mozos: mis
decorosos filtros personales y mi conducta jamás dieron lugar a la escena (de
atroz domesticidad kitsch) con la que
se abre de capa la semblanza que, sobre mis andanzas de cantautor, César Prieto
ha tenido la gentileza de redactar para la revista Efe Eme.
Descartada
esa fantasmagoría que atribuyo necesariamente a candorosa buena fe en algún
bulo fraudulento, el análisis que César formula corresponde, con bastante
fidelidad y mínimos errores o inexactitudes condonables, al relato de unos
hechos y una trayectoria cuyos modestos resultados ponen de relieve la
distancia entre mi determinada manera de componer canciones y el
desentendimiento de un público que mayoritariamente estuvo “a otras cosas”.
Que
a los trovadores nadie nos obliga a elegir camino; y que éste, en ocasiones, se
vuelve espinoso. De tales peripecias microscópicas no se ocupa por suerte la
marcha del planeta.
Y
aun así, ¿por qué no, este laborioso detallazo que César Prieto, ceremonioso y
cortés, atento a los matices, concede a mis aventuras?
Muchas gracias, Rodrigo. Ese episodio de apertura, que " e ben trovatto" no me lo he inventado, lo relata negro sobre blanco una de sus amantes. Yo no digo que ocurriera, digo que así me lo contaron. Por lo demás, en mi pobre labor siempre he hablado de aquello en lo que creo. Fuera de la emoción, nada me interesa, y Rodrigo garcía emociona. Nos tomaremos esas cañas que prometimos cuando baje por el sur
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