viernes, 26 de noviembre de 2021

Y ahora...

 

Como sea que sea, es cierto que la radicalidad que cada uno haya tenido se vuelve con el tiempo, y según con qué, menos exigente.

Lo digo porque en alguna página que yo mismo ya voy olvidando manifesté cierto crítico desacuerdo, quizá un punto áspero y a mi ver, merecido. Pero ahora…

Y no digo que no haya puntos negros en la dinastía; que sin duda sus antepasados bendijeron con desahogo numerosos latrocinios y saqueos contra naves y puertos ajenos, en cantidad tal que con dificultad los libros de historia harán el recuento completo.

Pero en fin, si la observamos hoy, tenaz en el cumplimiento de su papel, a pesar del chaparrón de décadas que acumula, aparentando que genio y figura siguen inamovibles, contra viento y marea de tremendos sucesos que ha sabido lidiar…

Tomen ejemplo: entonada de colores, trajes, abrigos, sombreros, recepción tras recepción, acto oficial tras acto oficial; entonada (así lo propagan leyendas urbanas) también con ese vigor que la ginebra británica debe conceder a sus aficionados… Impenetrable a sus horas, y a otras, administrando distancias con la sobriedad y la medida afabilidad que la sabiduría y el entrenamiento combinan, y ese oficio, y ese empaque…

Ahora hasta me cae bien esa abuela. Esa Isabel de Inglaterra.                                                                   

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