Hoy,
un almuerzo más en “La Escollera”
que
entre nosotros ya es casi una logia
y
un puerto equidistante, más o menos,
desdoblando
el gasoil para el camino
de
nuestras máquinas europeas
que en absoluto son todoterrenos
sino
elegantes, para nada feas.
Es
híbrido el aspecto, indefinible
de
estos dos veteranos comensales:
el
atuendo, flexible,
¿algo
“british” acaso? Ya les vale.
Adjuntos
a la mar del sur de España,
al
copioso través de las campañas,
coinciden
en origen, aire, gorras
(¿un
compartido empaque naviero?)
y
tres cuartos no dan al pregonero.
Que
la leyenda corra cabalgando
a
lomos de unas vidas
a
las que se supuso, en las cartillas,
el
valor militar.
Hay
poco que contar. Son de Sevilla.
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