Años hubo* en la historia
(que es palabra que fácilmente gira,
tropieza y rima siempre con la noria)
que, en aras de que el tono
y el color de la barba fueran uno,
el joven capturaba
las canas singulares que asomaban,
dejando aquella fronda toda en negro.
Luego, al paso del tiempo,
con pícara y sutil coquetería,
a la “sal y pimienta” se atenía
haciendo como todos gran virtud
de la necesidad, que se imponía
en la invasión creciente de las canas.
Ahora, frente al espejo,
y con las previsoras antiparras
(y la zorra y las uvas
y los demás retruécanos de marras),
se afirma en la cromática inversión
y elimina a tijera minuciosa,
de entre la blanca barba borrascosa,
la residual, rebelde minoría
de algún pelo que queda todavía
de ese color de antaño:
aquel negro de entonces,
invulnerable casi al desengaño.
*Para los
desorientaditos: nada de “hubieron”. Esa forma impersonal no consiente plurales
y es feísima costumbre no precaverse contra ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario