Porque sé que me queréis bien, me tomo a broma vuestras suaves burlas, cuando se me adjudica el sobrenombre de "cochecito de los recados" o bien, y esto ya escuece algo más, el atrevimiento crece y extiende sobre mí la etiqueta de "coche de chica", que no merezco y que desmentiría con rigor y justa cólera el agente 007.
Pero ha llegado el momento de presentar formal queja ante los sucesos que vienen menudeando las últimas jornadas: es de todo punto intolerable la frecuencia con la que los mirlos del jardín dejan sobre mi carrocería metalizada las muestras de su fisiología y, más concretamente, los residuos finales del tránsito intestinal, cosa chocante donde las haya y que, digan lo que digan los ecologistas/animalistas, ningún automóvil que se precie habrá de sufrir con paciencia, que esta virtud para otros menesteres es necesaria y conviene por ello preservar sus disponibilidades.
Porque afirmo que ni siquiera la intrépida desobediente que a la sazón desafía a Salvini, llevaría su solidaridad y su empeño a tal extremo, si la indeseable lluvia que comento cayera cual perverso maná sobre su desenvuelta persona, que no toda vicisitud es llevadera y el carácter y el temple también pueden experimentar quebrantos, titubeos y otras desestabilizadoras circunstancias metafísicas.
Os insto para que de nuevo, como así lo vivimos años atrás, se me provea de funda de diseño o alternativa competente que me libre de ésta que no dudo en calificar como impropia incomodidad.
En Chiclana de la Frontera, a fecha de hoy mismo.
Fmdo: Z3.
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