-- Se diría que hay días
(cuando escribo más claro,
cuando llamo a las cosas por su nombre)
que entra la soledad por las paredes
y que se escucha un recular de pasos
de los tibios, de los indiferentes,
los cautelosos y los indecisos,
los cautivos de tanto compromiso
que ha terminado siendo una censura
que asordina y acorcha la opinión,
una inquietante grieta,
honda y secreta, de la arquitectura
en cada corazón.
-- En cambio, siempre afina
(leonés pianista,
pendolista y artista
de varias disciplinas)
una firma en Pozuelo
a la que desengaños
de la veteranía y de los años
no han podido ni pueden todavía
hacerle sombra ni ponerle un velo.
Así que no estás solo...
-- Tampoco la Almendrita
ni Isadora me lo consentirían,
ni otras firmas, lectoras de este "blog".
-- Conque ¿no ha de rendirse el Hipocampo?
-- Hasta el ictus, se dice, todo es toro;
y lo que luce, no siempre es de oro.
De modo que...
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