El Z3 primero adolecía
de un indeciso punto de inocencia
y aun así, todavía
fue capaz de atraer a un James Bond,
haciendo al Aston Martin competencia
en notoria ocasión.
Y el Z4, cuando fue el relevo,
tuvo un punto de trazo tan vistoso
que a una primera vista yo me atrevo
a confesar que estuve algo celoso.
Pero el segundo Z3 que ahora
ducho y seco con un mimo esmerado
(tan ancho de caderas, tan hermoso)
quedó sin duda mejor acabado
y su equilibrio y su ponderación
de elegancia atractiva y otros dones
son desde luego la última razón
que enamora a nuestros corazones.
Le selecciono plazas elitistas
en el parking de El Corte o Mercadona:
Maritere, bromista,
afirma que mis múltiples manías
jamás de los jamases decepcionan.
Y en "tándem" veterano
salimos de paseo mano a mano,
mientras espero, terne propietario,
su no lejano 20 aniversario.
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